viernes, 30 de abril de 2010

La Dama de la curva: un fenómeno entre la fantasía y la realidad

Se me viene a la memoria un anuncio de coches, emitido en televisión allá por 1998. En él se veía a un señor que circulaba de noche y en circunstancias meteorológicas adversas y se encontraba con una mujer que hacía autostop. Lánguida y pálida. El conductor le manifestaba su extrañeza por encontrarla en tales circunstancias, a lo que ella simplemente contestaba que tuviera cuidado porque se acercaban a una curva muy peligrosa. Las grandes cualidades del vehículo le permitían salvar la curva sin problemas, ante la desesperación de la autostopista, que sólo buscaba conducirlos al desastre.

La línea argumental de la primera parte del anuncio está basada en un fenómeno mundialmente conocido y muy debatido en los foros mal llamados paranormales. En unos lugares se le llama “la dama de la curva”, en otros simplemente “la autostopista”. El gran escritor japonés Yasunari Kawabata -Premio Nóbel de Literatura en 1968- recoge ese fenómeno en uno de sus magníficos relatos. “Dicen que el espectro de una mujer joven se sube a los automóviles que pasan junto al crematorio por la noche”. Creo que es el mejor ejemplo posible de la universalidad de un fenómeno cuya naturaleza no está nada clara.

Para muchos investigadores, nos encontramos ante una de las leyendas urbanas más arraigadas en la sociedad, sin ningún fundamento. Por el contrario, para los seguidores de corrientes espiritistas o similares, el origen del fenómeno se halla en la actividad post mortem de espíritus desencarnados que no saben buscar el camino hacia otros planos de la existencia ultraterrena. Aunque personalmente no descarto ninguna hipótesis, por los resultados de las investigaciones que he realizado, me decanto por las teorías más escépticas.

Hablo de mis investigaciones porque en nuestra geografía, como no podía ser menos, también se han dado casos de la llamada “dama de la curva”, algunos de los cuales he tenido ocasión de estudiar. Antes de entrar en detalles sobre esos casos, quiero recordar que el investigador José Manuel García Bautista cita ciertos casos en la Sierra, en curvas cercanas a Aracena, referentes a ancianas enlutadas y a seres alados. Personalmente, no he tenido noticias sobre ellos, por lo que la información que poseo es escasa. Por lo que comenta el amigo García Bautista, estos casos parecen alejarse de los clásicos de “dama de la curva” o “autostopista”, así que no profundizaré más en ellos y pasaré sin más dilación a los dos casos que yo conozco.

Desde muy niño he oído contar historias sobre casos de este tipo acaecidos en la zona conocida como las catorce curvas, en la carretera nacional 433, a la altura de Fuenteheridos, justo en el espacio existente entre los dos accesos a esa localidad -desde Galaroza y desde Los Marines-, de un kilómetro de longitud. Actualmente esas curvas han desaparecido con la remodelación de la carretera, cada día más transitada. Sin embargo, en aquella época, el trazado y la climatología invernal serrana daban una combinación perfecta para el fenómeno de la autostopista. Claro que todos fueron testimonios indirectos.

Al perderse las fuentes de origen, las noticias sobre esos casos -silenciados en gran medida por los posibles protagonistas- caen en los círculos rumorísticos, que van añadiendo aportes creados por la imaginación de los sucesivos eslabones de la cadena de propagación del rumor. Todo ello dificulta enormemente las opciones de acceder a las fuentes originales, las únicas que pueden ofrecer la información de primera mano, imprescindible para llevar a cabo una investigación rigurosa. Algo así ha ocurrido con lo de Fuenteheridos.

En numerosas ocasiones he buscado afanosamente a los posibles testigos de ese supuesto fenómeno, pero me ha sido imposible dar con uno solo de ellos, ni en Fuenteheridos ni en otras localidades de la comarca. Sin testigos no hay caso, por lo que lo más acertado es dictaminar que el caso de la autostopista de las catorce curvas de Fuenteheridos sólo puede considerarse un rumor, encajando claramente en la explicación de la leyenda urbana. Aunque cuando tuve mi primer coche, antes de que se redujera el número de curvas, en varias noches de lluvia me acerqué hasta la zona y la recorrí emocionado, esperando ver si el fenómeno surgía antes mis ojos. Como era de esperar, nunca apareció ante mí ninguna mujer de rostro pálido y ropas extrañas, haciendo autostop.

Más gratificante fue la segunda investigación que desarrollé sobre un nuevo caso, aunque tampoco allí se trataba de un fenómeno sobrenatural. Fue a mediados de los noventa, en la localidad de Higuera de la Sierra. Por las localidades cercanas, como Puerto Moral o Corteconcepción, comenzó a circular el rumor de que en la salida de Higuera en dirección a Aracena se estaba apareciendo una extraña mujer que hacía autostop. Era en la travesía del casco urbano, en la misma carretera N-433.

Las supuestas apariciones acaecieron en pleno verano y siempre a altas horas de la madrugada, ocasionando más de un susto entre los conductores. Los rumores personificaron a la “aparecida” como una joven higuereña que había muerto hacía ya bastantes años. Pensé que los familiares podrían ayudarme a localizar a algunos de los testigos del caso. Hasta la familia de la difunta habían llegado esas noticias, según me confirmaron cuando me entrevisté con ellos, pero desconocían la identidad de los posibles testigos. Además, ellos dudaban de que fuera su añorada pariente la que se aparecía. A base de perseverar en las indagaciones por otras vías conseguí identificar a un testigo, que me aclaró muchas dudas.

En primer lugar, por su descripción, la joven tenía poco aspecto de estar difunta. Entre su indumentaria destacaba la minifalda y el bolso, que no encajaban para nada en el retrato robot de las protagonistas del fenómeno. El testigo me negó que fuera una chica de la localidad o que guardara relación con Higuera. Cabía la posibilidad de que se tratara de alguna mujer que se desplazara después de una noche de “marcha”, pero nuevos testigos me ayudaron a aventurar otra hipótesis. En alguna ocasión, la chica había sido vista a cierta hora por alguien que iba a Aracena y, a la vuelta, se encontraba que ya había desaparecido. Esa misma persona volvía a pasar un par de horas más tarde y de nuevo veía a la joven.

Esto me llevó a sospechar que podría tratarse de una prostituta que trataba de ejercer su profesión en aquel lugar. Eso justificaba esas ausencias y presencias en una misma noche. Por lo demás, como ya hemos dicho, su aspecto encajaba bastante más con la prostituta que con la difunta. Lo cierto es que al poco tiempo -puede que la escasez de clientela tuviera algo que ver, en caso de ser acertada la hipótesis de la prostitución- esta mujer dejó de “aparecerse” por allí, y con ella se esfumaron los rumores.

Es muy posible que se hayan dado más casos en nuestra provincia, pero hasta el momento lo desconozco. No puedo terminar sin antes hacer alguna matización genérica. La leyenda urbana y la prostitución son las explicaciones más verosímiles para estos dos casos que he seguido. No por ello, pretendo dictaminar que toda la amplia casuística de este tipo encaje en esas dos explicaciones, puede haber otras interpretaciones. Tampoco niego rotundamente, aunque lo dudo seriamente, que haya algún caso que se deba a la acción de alguna alma desencarnada que trata de aferrarse a la vida, ayudando a los conductores que pasan por el lugar donde se produjo su óbito. No lo sé con certeza.